martes, 18 de octubre de 2011

Monte Rosa (primera parte)



De Zermatt coger el tren cremallera que te lleva a Gornergrat, bajar al glaciar y cruzarlo, llegar al refugio de Monte Rosa, actualmente creo que hicieron uno nuevo unos metros más arriba.

Pasar la noche, como en todos los refugios, no dormir gran cosa.
Levantarse muy temprano, sobre las dos o tres de la mañana, no me acuerdo muy bien, pero si que me quedo con una noche muy cerrada que a la luz del frontal parece oscurecerla más. Los primeros pasos son por roca, se avanza rápido, pero a esas horas no te deja con buen sabor de boca, para luego meterte en un pequeño glaciar. Este glaciar lo recordaré para siempre.

La temperatura no era muy fría, muchas grietas descubiertas así como también tapadas, las peores. Puentes de hielo que emitían ruidos no muy agradables pronunciando sus ecos en las paredes de los abismos sin fondo. Una noche, como dije, oscura, únicamente con la luz del frontal, sin nadie delante como referencia, con agujeros tapados. No se hizo esperar el momento, lo suficiente como para que el miedo a caer en una grieta bloqueara mi orientación y la confianza en mis posibilidades. Nieve reciente ocultaba la sorpresa que me estaba esperando.
No piensas nada, solo te ves caer y sientes mucho miedo, solo puedo describir una sensación de miedo que te bloquea. Incertidumbre. Me frenaron los brazos y supongo que el tronco, las piernas jugueteaban en el vacío. Es una sensación difícil de describir, estas a la espectativa de que ese sustento que tienes sea frágil, rompa y sigas cayendo, de que mi compañera no pueda soportar mi peso, unidos por una fina cuerda y le arrastre conmigo a no sé dónde. Tocas la nieve de alrdededor queriendo descubrir rápidamente cuál puede ser la más firme, quieres salir de esta situación incómoda que no has elegido. Joder!! vine a la montaña para disfrutar. Es lo que se piensa.

El caso es que salí al otro lado de la grieta. Era lo más fácil, apoyándome en los brazos hacia delante, tipo oruga. Incluso pensé que cuando mayor la superficie de contacto menos peso soportaría cada centímetro cuadrado de esa masa inestable. Tuve que salir al otro lado y estaba tan acojonado que obligué a Lorena a pasar el tramo, justificando que pesaba menos y yo le aseguraría en el otro lado. Estaba paralizado, no se puede saber cual es la sensación hasta que no se pasa por ella, encima sin ver nada, en una noche cerrada. Lorena cruzó sin mayor problema. El susto, me duró todo el día...

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