sábado, 30 de enero de 2010

Bloque de Dry Tooling

Mientras que Lorena trabaja, aquí el chabalín se dedica a dar paseos por San Vicente, más concretamente por la playa. Allí encuentro un patio de juego acompañado de la brisa marina y de las olas, en un paisaje solitario. Las horas pasan de forma rápida. Es un lugar de reflexión. Un sitio en el que me encuentro a gusto.

viernes, 22 de enero de 2010

Rjukan.


Una mirada hacia arriba. Veo una pared vertical de hielo casi desplomada, es un pilar. Me concentro, respiro profundo. Tengo la confianza plena de que seré capaz de subir. Visualizo donde meter los tornillos. Solo meteré 4 y en sitios donde pueda recuperar suficiente energía, aunque dudo de que en esta pared haya descanso. Estoy preparado. Ahora ya no pienso en nada. Fluye el calor por mis brazos...
Empiezo a caminar. Oigo las voces de ánimo de mi compañero. Me siento a gusto. Empiezo a subir.
Me acerco al pilar. Hago todo lo posible para ahorrar energía. Tengo los brazos relajados aunque sujeto firmemente mis piolets. De momento no he llegado a la parte difícil.
Meto un primer tornillo y miro hacia arriba. Solo pienso en que lo lograré, en que voy a subir. Subir. Tengo fuerza.
Arranco!!!
Piolet!!, Piolet! Salto! Pierna! y Pierna!!. Miro hacia arriba! Gancheo! Embisto el otro piolet y de nuevo salto!! Quedo colgado y meto otro tornillo tan rápido como pueda para no cansar. Se empieza a notar la contracción del brazo. Respiro profundo reiteradamente. Aún tengo fuerza y sigo adelante!!
Los movimientos se hacen con armonía, aunque de vez en cuando algún pie se me va, resbalo y lo vuelvo a clavar. Estoy progresando, estoy subiendo.
Meto otro tornillo. Se me empiezan a congelar las manos, empiezo a no sentirlas!!. Pero es normal, me pasa habitualmente cuando escalo en hielo.
Sigo!! Golpeo con el piolet. Fuerte!! Pero los movimientos son más descoordinados y lo repito varias veces. Ya no me fio, pero sigo avanzando. Ya no me importa lo que pase. Las manos están sin sentido. Ya no noto el agarre firme del piolet. Joder!! Me queda solo medio metro para llegar a la repisa. Ya no sé donde meto los pies, pero por suerte se mantienen. Joder!! Solo pienso en la repisa!! No se cómo pero clavo los piolos por encima. Bieeeennn!!!Pero no siento los brazos. No sé si estoy o no haciendo fuerza. No sé si agarro bien mis herramientas. Intento superar la repisa con un pie.
Ya estoy arriba!!! Ya me queda lo más fácil!! De repente, un piolet se me va!!! Vueloooo!!!! Grito!!
El grito sale inconsciente. Grito fuerte. No pienso en nada. Es un grito de miedo instintivo y de rabia. Me sale del alma.
Quedo colgando unos metros más abajo. Los piolets los sigo teniendo en la mano. No lo entiendo. Es algo inexplicable. Es una sensación extraña que el cuerpo se domina por si solo. Evita el hacerse daño. Ahora estoy totalmente relajado...-Bájame por favor!!-digo.








Este escrito no es real, sino que es una descripción de sensaciones vividas y entremezcladas. Muchos, son pensamientos que he tenido más de una vez en Rjukan. En esta semana que hemos pasado en Noruega, llena de escaladas y más escaladas. Todos los días hasta que la luz del frontal nos guiaba de nuevo al coche. De nuevo al descanso cálido del hogar. A nuestra cabaña alquilada.
Muchos momentos compartidos en acción, en descanso, en sueño. El cuerpo se resiente ahora. La motivación hace que no tengas el dolor del agotamiento, solo se siente la imposibilidad de realizar una acción o un movimiento.

Y de verdad que no se cansa. Todos los días se iba con las mismas ganas. Bueno, a excepción del último día, por ser el último, empezaba a decaer el cuerpo. Empezaba a sentir el frío.

Una buena alimentación diaria de hidratos organizada por Paco nos daba la energía necesaria para poder disfrutar. Hay que darle las gracias por su cocina diaria. También Javi colaboró de forma eficaz.
La gestión y organización del viaje fue llevada principalmente por Iñigo. Muchísimas gracias!! Tu dominio del inglés nos hizo sobrevivir aunque hubiera preferido más de alguna vez verte menos preocupado por las cosas.




Principalmente buena compañía del sector asturiano, que es con los que he pasado la mayor parte del tiempo. Rodrigo, Pelayo, Kiko, Íñigo, Javi, Paco y Damián.
Siempre hay algún pequeño percance, siempre hay algún pequeño problema pero eso es normal en una convivencia y sobre todo cuando se está tan juntos día y noche. Son cosas circunstanciales.
Creo que nos lo hemos pasado muy bien. Reconozco que tuvimos algún asunto que nos dio quebraderos de cabeza y más a Iñigo (nuestro "relaciones sociales") como es el caso del atropello del alce, que no reno. Esta situacion conllevó a tener la ausencia de un coche por cuatro días por lo que tuvimos que arreglarnos como bien pudimos. Gracias a Rodrigo y a Pelayo por compartir su coche.




Por cierto, Noruega es muy caro y las personas son un poco extrañas. Por lo que he visto es gente muy callada, no se ve a muchos por la calle y en las casas no tiene persianas, las cortinas están recogidas. Dicen que es de mala educación ocultar algo entre los vecinos del pueblo, que todo es público. Todas las casas son de madera y mantienen las luces encendidas día y noche. Algo que saqué a conclusión es que el recibo de la luz debe ser lo único barato que tienen...
Y lo mejor de todo y de lo que pudimos disfrutar, ha sido y es las cascadas de hielo!!, que fue de lo único que no había que pagar. Excelente paisaje, excelente actividad, excelente viaje!!

Fotos: Damián y Rober







jueves, 7 de enero de 2010

Pirineos en 2010 (Panticosa)


Pasar los primeros días del año nuevo en Pirineos no deja de tener un encanto especial, y más cuando se disfruta del buen tiempo. Pero esta vez, el buen tiempo quiso darnos la espalda. Nevada tras nevada, y una nieve que parecía merengue húmedo hizo que nuestros planes se trastocaran y que drásticamente se redujeran los días pensados de marcha...
Un día de pateada, por encima de los baños de Panticosa hasta cerca del Ibón de Bachimaña, con un paisaje encantador de reciente nevada de los días pasados. Ver picos blancos tan cerca, tresmiles casi tocados con la palma de la mano pero imposibles de ascender sin tener unos esquíes, hace que tenga que ser calmada la impotencia con el conformismo de admirar un entorno tan espectacular.
Un día de esquí pasado por agua-nieve y niebla, empapados y con frío, no nos quitó de disfrutar de varias bajadas en la estación de Panticosa. De disfrutar de lo lindo y de bajar por casi todas las pistas tan solo teniendo una única caida y eso no viendo ni torta de relieve.
Pues si, mereció la pena. Mereció la pena el viaje, el paseo y el día de esquí. Mereció la pena las horas pasadas en coche. Además, a la vuelta vimos a mi familia vasca, que cuando los visitamos siempre se nos contagia algo bueno. Un abrazo desde aquí si entráis en el blog.