miércoles, 26 de mayo de 2010

La fuerza del destino (Segunda parte)




La arista por la que se baja al Glaciar Blanco desde la Aiguille du Midi vista de perfil impresiona, hasta intimida, se puede observar a las personas como se desplazan lentamente aseguradas por sus guías (lo más habitual). La verdad que una vez que se llega a dicha aguja, te pones los crampones y directamente cruzas la arista para calentar. Es entretenida. El entorno es mágico. Aparte que uno baja orgulloso al glaciar, después de haberle llamado alpinista. Ahora ya entiendo porque al llegar a Chamonix había tanta gente que medía casi dos metros. Uno se estira de lo contento y orgulloso que se baja de estos lares.




El glaciar blanco es inmenso, es una meseta rodeada de agujas y picos, que sin duda es blanca (hay glaciares que pueden tener un color grisaceo, no os riáis). El reflejo del sol lo hace un blanco intenso que te hace cerrar los ojos incluso con gafas de factor cuatro. Poco a poco te vas adaptando al lugar con un ligero mareo debido a la altura.



El refugio, perdón, el hotel, hace que te olvides de estar a unos tresmilseiscientos metros de altura. Como no teníamos reserva, como siempre, se tiene la incertidumbre de dónde se va a pasar la noche, pero con un poco de suerte, obtuvimos el permiso para una noche.




En estos sitios el ambiente es peculiar, uno se vuelve muy observador, se ve a gente poco adaptada a la altura pasándolas realmente canutas. Gente indispuesta, pálida. Los servicios o letrinas huelen realmente mal, es la representación de que esta altura no es la apta para los que vivimos a nivel de mar. De veras que se nota. La basura se acumula en algunos sitios próximos al refugio.Los comportamientos de la gente son más irritables, los que están menos adaptados. Pero todos tenemos en común un sentimiento, el sentimiento de la superación, el sentimiento de las montañas...



Las noches en el refugio no son todo lo buenas que uno quiere. No se descansa bien, se oyen ronquidos y otros ruidos, a parte de que a estas alturas el sueño es más superficial, sobre todo para nosotros. Todo esto repercute en nuestro rendimiento, en nuestras capacidades. La motivación si no se tiene recompensa, cada día se va minando.
A lo que iba, noche en el refugio y salida para arriba a las dos de la mañana, guau!!
Intención, Mont Blanc du Tacul, Maudit, Mont Blanc y Goutert, sus cumbres, claro.





La fila formada por personas con el mismo objetivo parece un gusano de luz a lo bestia. De kilómetros de longitud. Todos por el mismo camino, por la misma linea. Ni se te ocurra adelantar!! Que la gente no cede el camino. Se puede tolerar que la gente quiera ir a un ritmo más ligero, no se entiende que dejar pasar es cosa de segundos, una pérdida inapreciable para el ascenso de nuestra vida. Los adelantamientos por el carril de nieve virgen cuesta, vaya que si cuesta. Uno se agota y se opta por ser parte del gusano, no se pueden superar eslabones. Quizás se insinúa la competitividad, que no competencia. Hay que ser un poco más dóciles en la montaña hombre, estamos para ayudarnos y me gustaría tenerlo presente para toda la vida. La ayuda cuando se requiera de verdad, antepuesta a la cumbre. Espero aceptarlo.
Continuará...












1 comentario:

  1. No te arrepientas nunca de decir como te sientes. Eres alpinista y punto.Al final es lo que cuenta.
    Un saludo.

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