RETROSPECCIÓN
- ¡Tengo las manos congeladas y no las siento, papá!- Era un niño de aquella y recuerdo aquellas caminatas que nos hacíamos muy de vez en cuando que no dejaban de ser sendas o rutas cerca de casa. Caminos que atravesaban valles, laderas y montañas enclaustradas por otras más grandes que te impedían ver más allá. Algunas veces en bici y otras caminando tranquilamente. Pero de aquella, las preocupaciones que tenía eran dos: las manos, a las que no les llegaba la sangre y la otra era cuánto faltaba para llegar al final de la ruta, a nuestro objetivo del día; el cual imaginaba como un fin apoteósico; unas praderas encantadas o un alto del que pudiera ver el fin del mundo. La nieve me encantaba y todo lo que vestía de blanco multiplicaba por cien su belleza. Los recuerdos que tengo son buenos aunque se entremezclen con sensaciones agrias debidas a un síndrome, que más bien fue y es debido a una mala circulación sanguínea y a un factor psicológico hipocondríaco. Qué gran nostalgia tengo, me abruma...
Creo que fueron los cambios adolescentes hacia un pensamiento abstracto (aunque no mucho) los que me llevaron a cambiar mis preocupaciones y a cambiar los objetivos, convertidos ya en ambiciones. Nuestras montañas, nuestros valles secretos, nuestra Cordillera Cantábrica... nuestra Cordillera.
El hormigueo se convertía en una ansiedad por conocer las montañas, el nivel de ansiedad iba en aumento hasta descubrir los secretos que me ocultaba esta cordillera nuestra. Quería aprender, quería saber, quería descubrir. Conocer toda nuestra geografía, toda nuestra cordillera y sobre todo conocer todas las técnicas para poder progresar y poder sentir estas montañas. Mi impaciencia me llevó a tener muchos conocimientos desordenados y pecaba de inexperiencia. Quizás no absorbía de forma correcta todos los estímulos que me ofrecían nuestros viajes...
Ahora solo sé que la experiencia te la dá el tiempo y diferentes fases de la vida en las que el alma tiene una tranquilidad plena para poder percibir la mayor parte de los estímulos posibles y poder tener un buen procesamiento de la información. Espero que no tarde en llegarme alguna de estas fases...
Fue en esta cordillera donde aprendí todo lo que sé. Es ésta misma la que me proporciona el abanico tan grande de posibilidades de entretenimiento y en todas las estaciones del año: desde grandes canales de nieve en el macizo del Mampodre pasando por las paredes de la cara sur del Torres e incluso el descenso de barrancos en las cuencas altas de ríos tan importantes como el Nalón, el Pajares o el San Isidro, que vierte sus aguas al río Ayer. Tenemos también la zona de Riaño, donde los picos parecen encantados y emergen del agua para imponerse en este paisaje tan alpino. O caminar por las altas lomas desde la zona de Vegarada hasta los Estorbinos, laderas inigualables con encantos especiales, recovecos escondidos y multitud de animales para agradar la vista sin ser molestados.
Quisiera hablar con las montañas, quisiera saber comprenderlas y respetarlas, quisiera que me enseñen todos sus trucos y ser amigo de ellas. ¿Qué les podría aportar yo...?
De nuestras montañas se forman nuestros valles, nuestras lagunas, nuestros ríos y nuestros campos y desde lo alto de ellas mismas nos dejan ver “todo esto” con cierta claridad. A veces pienso que tienen vida propia y se mueven o quizás el sentido de la vista me engañe, sus líneas van cambiando, no hay angulaciones rectas... nunca llegaré a conocerlas perfectamente aunque mi búsqueda infatigable, sedienta de descubrimientos que incluso no sabría descifrar, sea eterna...
Leches Rober. Les oposiciones te están dejando poso ¿he ?. Naa es broma. Profundo tronco, muy profundo.
ResponderEliminarVenga suerte.
No hay otru remediu. Ya estaba un poco mal antes..., ahora, mira lo que pasa...
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