jueves, 27 de octubre de 2011

La Pedriza


Un sitio especial, probablemente sacado de la imaginación de una persona solitaria y a la vez amistosa, entrañable, creativa y lúcida. Nacida para agradar al mundo con su fantasía.
O quizás, solo es un lugar que inspira la creación y la imaginación de multitud de personas. Prefiero lo primero.
Así es la Pedriza. Un recoveco mágico y variopinto.
Una escalada única y compartida con un grupo de amigos.
Una estancia que espero que quede grabada en la memoria con el paso de los años y que forme parte de mi historia. De mi historia compartida.
Una velada de la que se extraiga nuevas experiencias y aprendizajes que vayan puliendo mi vida.
Nuevos objetivos, fuente de mi inspiración.
Nuevas amistades. Nuevas amistades. Sobran las palabras.
Estoy agradecido...








Gracias a Olga y a Ramón por ser los mejores guías, sin ellos no hubiera sido lo mismo.
Grupo de escaladores: Iñigo, Ramón, Damián, Olga y Roberto
Persona que nos aguantó sin tener que echarnos de su casa con una escoba: Olga. La mejor. Esperamos verte de nuevo.
Luis aguantó como un valiente a unos asturianos, máxime cuando eran de la Cuenca. Increible su pose, su tranquilidad y su aguante. Esperamos verte de nuevo.

Casa donde nos quedamos: http://www.lashorasperdidas.net/#/home

martes, 25 de octubre de 2011

Monte Rosa (segunda parte)



Dejamos la parte más rota del glaciar para empezar a subir por una pendiente poco empinada. Una pendiente que acaba con la paciencia de uno, interminable. Los pasos son lentos en un camino marcado y las distancias no se acortan. Por delante de nosotros siempre vemos las mismas cosas, por detrás, también. Las dimensiones son enormes. Se mira al suelo para no perder la motivación, el tiempo va pasando.
Poco a poco, se va dejando ver la arista por la que hay que subir para llegar a la cumbre de Dufourspitze (Monte Rosa). El objetivo es atravesar dicha arista, el pasaje más hermoso del ascenso, incluso más que llegar a su cumbre.
Monte Rosa, el segundo pico más alto de todos los Alpes, el más alto en la vertiente suiza, en el macizo que posée la mayor cantidad de cuatromiles. Acompañado del Nordend, del Zumsteinspitze y Punta Gnifetti en un mar de nieve y hielo. Un gran paraiso.



Suavemente vamos llegando a la arista, hay que tener paciencia y no impacientarse porque se nos haga tarde. La subida es larga con sus casi 2000 metros de desnivel y con un gran tramo por encima de los cuatromil. La arista es el tramo más complicado de la subida, con algunos pasos de tercero en dificultad. El cuerpo está cansado, lleva mucho tiempo subiendo por paisaje monótono.



De repente te vés en un filo con centenares de metros de vacío a ambos lados. Mi cabeza se despierta, supongo que es la liberación de la adrenalina y activa todas las funciones de mi cuerpo. La altura, no me afecta lo más mínimo. Tengo que estar con tantos sentidos que se me ocurran a parte de los cinco que tenemos. Miro hacia atrás. Tengo a Lorena. En ese preciso momento me gustaría ser omnipotente y llevarla en brazos saltando de piedra en piedra hasta la cumbre. Me gustaría quitarle todas las preocupaciones que se le pasan por la cabeza y cantarle una canción para que sonría. Pienso en quitarle importancia al asunto y hacer como si no estuviéramos en esta situación, la cumbre la podemos tocar con la mano, sacarnos unas fotos y en un abrir y cerrar de ojos estar en la terraza de un bar en Zermatt, tomando una cerveza y comentando el día.



Pero me siento impotente de poder hacer estas cosas. Mi poder se limita a mi cuerpo como mero transmisor de mis ideas. Una fuerza más bien mental que física y con éstas, me las tengo que apañar como séa. Lo más seguro es la prudencia y cada paso me lo pienso más de una vez. Los crampones chirrían en la roca. Los dos pares. Vamos encordados y sin seguros, es lo más normal en estos menesteres. En cada paso miro hacia atrás y doy ánimos a mi compañera.
Vamos suavemente.
Una última rampa de pocos metros en mixto y por fin, aparece la cumbre!!



Abrazos!!
Alegría!
Temo más por mi compañera, que por mi. Quisiera ir solo a estos lugares. Creo que soy egoista en este sentido. Muchas veces pienso que mi vida no es tan importante...También soy consciente de que estoy equivocado. No es importante para mi...



La bajada se hace más sencilla, pero la hacemos de forma muy prudente. Hay una cuerda fija instalada, de estas gruesas típicas de los Alpes. La maroma nos deposita en el mismo collado entre el Nordend y la Punta Dufour, que es la que acabamos de bajar. Y desde allí nos dirijimos al refugio de nuevo, donde habíamos pasado la noche.



La bajada se hace mucho más rápido que la subida, medio corriendo, medio paso ligero.
Tengo que reconocer que mis piernas volvieron a temblar en la parte del glaciar donde me había incrustado en la grieta. Cuando lo superamos, respiré tranquilamente. Un alivio enorme.

En el refugio tuvimos un descanso de pocos minutos. Recogemos y nos tiramos hacia abajo para conseguir llegar al último tren cremallera destino Zermatt.

martes, 18 de octubre de 2011

Monte Rosa (primera parte)



De Zermatt coger el tren cremallera que te lleva a Gornergrat, bajar al glaciar y cruzarlo, llegar al refugio de Monte Rosa, actualmente creo que hicieron uno nuevo unos metros más arriba.

Pasar la noche, como en todos los refugios, no dormir gran cosa.
Levantarse muy temprano, sobre las dos o tres de la mañana, no me acuerdo muy bien, pero si que me quedo con una noche muy cerrada que a la luz del frontal parece oscurecerla más. Los primeros pasos son por roca, se avanza rápido, pero a esas horas no te deja con buen sabor de boca, para luego meterte en un pequeño glaciar. Este glaciar lo recordaré para siempre.

La temperatura no era muy fría, muchas grietas descubiertas así como también tapadas, las peores. Puentes de hielo que emitían ruidos no muy agradables pronunciando sus ecos en las paredes de los abismos sin fondo. Una noche, como dije, oscura, únicamente con la luz del frontal, sin nadie delante como referencia, con agujeros tapados. No se hizo esperar el momento, lo suficiente como para que el miedo a caer en una grieta bloqueara mi orientación y la confianza en mis posibilidades. Nieve reciente ocultaba la sorpresa que me estaba esperando.
No piensas nada, solo te ves caer y sientes mucho miedo, solo puedo describir una sensación de miedo que te bloquea. Incertidumbre. Me frenaron los brazos y supongo que el tronco, las piernas jugueteaban en el vacío. Es una sensación difícil de describir, estas a la espectativa de que ese sustento que tienes sea frágil, rompa y sigas cayendo, de que mi compañera no pueda soportar mi peso, unidos por una fina cuerda y le arrastre conmigo a no sé dónde. Tocas la nieve de alrdededor queriendo descubrir rápidamente cuál puede ser la más firme, quieres salir de esta situación incómoda que no has elegido. Joder!! vine a la montaña para disfrutar. Es lo que se piensa.

El caso es que salí al otro lado de la grieta. Era lo más fácil, apoyándome en los brazos hacia delante, tipo oruga. Incluso pensé que cuando mayor la superficie de contacto menos peso soportaría cada centímetro cuadrado de esa masa inestable. Tuve que salir al otro lado y estaba tan acojonado que obligué a Lorena a pasar el tramo, justificando que pesaba menos y yo le aseguraría en el otro lado. Estaba paralizado, no se puede saber cual es la sensación hasta que no se pasa por ella, encima sin ver nada, en una noche cerrada. Lorena cruzó sin mayor problema. El susto, me duró todo el día...