sábado, 25 de mayo de 2013

"Juego de lágrimas". Peña Ubiña.

Juego de lágrimas es la vía-regalo que nos llevamos hoy, día 25 del mes de mayo (¡¿mayo?!) en Ubiña.
Pensamos que no habiendo hielo en estas alturas de año, pero sí nieve dura y bastante asentada con resaltes secos para escalar rechinando los crampones por la roca, era lo propicio para esta fecha.
Realmente la idea original en esta cara noroeste de Ubiña, era bien distinta, pero viendo el panorama, una vez entrados en el valle, las decisiones se tomaron de forma rápida.



En serio, la nieve, no parece que sea de la Ubiña. Está muy asentada, dura y seca. Tiene cierto granulado muy fino en la superficie pero se ve y se aprecia muy compacta.




La vía en cuestión tiene una pala inicial bastante inclinada, por lo menos este año y a estas alturas, que nos lleva a un resalte en roca de cuarto grado, bastante descompuesto pero asequible. Una vez superado, tenemos unos 30 metros de canal tendente a la izquierda, con menos inclinación que la primera, para volver a otro resalte muy fácil de superar y continuar en línea vertical hacia arriba. Lo que nos queda de la vía ya son palas de 40-50 grados con algún paso en gravillero o escalón de roca, también descompuesta, pero muy útil para poder descansar nuestros débiles gemelos.





Una vía corta, pero entretenida, que para mi estado físico se agradece. Además, ¡¡¿cuándo se vio hacer una vía invernal estando casi en Junio, aquí en la Cordillera Cantábrica?!!.
Lo que nos ha pasado hoy, es único, así como la caída de una piedra del tamaño de una nevera al desprenderse por debajo de Damián y por encima de mí. Me pasó a milímetros.
No es la primera vez que siento el aliento de las piedras cayendo a gran velocidad, pero sí que fue la piedra más grande que vi en mi vida. En una canal tan estrecha y en tan poco espacio para poder cubrirte, la técnica aplicada es cerrar los ojos y encogerte aspirando a poder desaparecer, a la espera de recibir la embestida. Cuando sientes la fuerza demoledora pasar rozando y alejarse hacia abajo, empiezas a creer en la suerte que tenemos y a pensar que no toda la incertidumbre, o mejor dicho, el riesgo, está controlado. En unos segundos, pienso que estoy siendo muy feliz y tengo una vida muy afortunada. En un menor tiempo, quizás en milésimas, pienso en dejar estas actividades. Tuvimos un día increíble.

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